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La competición y el juego entre adultos: travesías de montaña, aerobic y fútbol

El deseo de analizar lo que se oculta en la oscuridad de la ignorancia es siempre un motivo excelente para llevar a cabo una investigación. La luz necesaria para toda investigación aumenta de intensidad cuando nos adentramos en el interior de nuestras creencias y vivencias personales: desde bien pequeños, las actividades físicas han sido parte de nuestra vida, ofreciéndonos placer y maravillosos recuerdos. Esta investigación científica se basa en los principios surgidos a partir de estas experiencias. El punto de partida es el interés por cómo fueron estableciéndose nuestras relaciones socio afectivas a partir del ejercicio de diferentes modalidades deportivas, y la meta es mostrar el significado que la sociedad vasca ha otorgado a estas actividades físicas.

Para ello, hemos puesto en relación tres actividades físicas: las travesías de montaña, el aerobic y el fútbol. Esta selección ha sido realizada en base a un doble criterio: por una parte, se ha tenido en cuenta la proximidad afectiva y, por otra, las razones científicas. Las actividades seleccionadas presentan una lógica interior y exterior diferente; es decir, la construcción social de las normas y su desarrollo material difiere, por ejemplo, en lo que respecta al género: mixto en el caso de las travesías de montaña, femenino en el del aerobic, y masculino en el del fútbol.

La investigación se compone de tres etnografías estructuradas a partir de la observación participativa. Ello ha supuesto adaptarse al medio de cada actividad, observar la tarea diaria y tomar datos y, por último, interpretar todo lo recogido dándole un significado. El desarrollo del análisis se presenta a partir del estudio de los cuatro ejes que componen la realidad social de toda competición y juego: el espacio en el que se realiza la actividad, el tiempo, la interactividad entre los participantes, y el uso de material.

Travesías a través de los Pirineos

Las travesías de montaña carecen de normas escritas en lo referente a los derechos y las obligaciones de los participantes. Sin embargo, esto no significa que los montañeros no sigan norma alguna: salir temprano, encontrar refugio antes de que anochezca, o dar la vuelta en caso de mal tiempo son condiciones indispensables para poder realizar la caminata con éxito. No cumplir estos requisitos puede poner en peligro al montañero, debido a la incertidumbre que provoca la falta de seguridad y de control sobre todos los aspectos de la situación.

La incertidumbre es provocada por el medio natural. En la montaña, el ambiente cambia constantemente, es inestable, por lo que el montañero ha de hacerse con toda la información posible. El medio no tiene intención de interactuar con el caminante; no oculta ni muestra información, simplemente está ahí. El montañero deberá leer las señales, interpretarlas y darles el significado apropiado para actuar adecuadamente. Cuanta más información recabe, más posibilidades tendrá de realizar una caminata adecuada. Asimismo, cuanto mayor sea la experiencia del montañero, mayor será la capacidad de leer e interpretar las señales apropiadamente.

Para el montañero, no hay mejor recompensa que el poder gozar del paisaje tal y como se vislumbra desde una cumbre. En este punto, el grupo se para y se junta, gozando del momento en compañía. En estas travesías no hay vencedores ni se hacen clasificaciones. No se registra quién ha llegado primero, no hay memoria de ello. Los montañeros disfrutan del mero hecho de andar, no se ven involucrados en una carrera donde causa y efecto van unidas. Se celebra el haber completado la travesía, el tiempo se detiene adquiriendo un sentido cíclico.

Mientras andan por la montaña, los caminantes mantienen una comunicación cooperativa imprescindible entre ellos. Esta comunicación se estructura a través de la mirada. El grupo va unido mediante una cuerda imaginaria basada en la mirada. Si el primer miembro es perdido de vista la cuerda se rompe dando por finalizada la cooperación. En consecuencia, el grupo se separa y la travesía fracasa.

Al mismo tiempo que mantienen este motor comunicativo, los montañeros hacen uso de varios objetos: las botas, la cantimplora, la mochila, el impermeable... Todos estos materiales hacen que la travesía sea más cómoda y segura.

El aerobic

El aerobic se basa en la combinación de ciertos pasos de baile al ritmo de la música. Se realizan ciertas figuras al ritmo de los “beats” o pulsos de la melodía. La sala en la que se desarrolla el aerobic se mantiene siempre igual, no cambia ya que es un espacio cubierto y cerrado. Al practicante de esta actividad le basta con entrar por primera vez a la sala para hacerse con la información necesaria, ya que en las siguientes sesiones la estancia será la misma.

En estas salas cubiertas y con iluminación artificial, los practicantes de aerobic disfrutan del ejercicio. Se sumergen en una actividad carente de clasificaciones y de ranking. Protegidos momentáneamente de la causa/efecto que rige su cotidianeidad, los practicantes de aerobic disfrutan de un tiempo cíclico que supone una pausa en su vida. En estas sesiones no se reparten galardones ni se sanciona el haber faltado a clase. Los practicantes de aerobic se centran en el placer de repetir la coreografía diseñada por el monitor.

Estas repeticiones son dirigidas y guiadas. Los alumnos, situados detrás del monitor y ante un espejo, tratan de seguir sus pasos de manera simultánea. El monitor se adaptará al nivel del grupo y, para ello, dividirá la coreografía en “bloques” y “frases” hasta comprobar que el grupo domina toda la composición. A través de esta interactividad se puede observar la cooperación entre el monitor y los alumnos-practicantes. El instructor no trata de engañar a los practicantes, por lo que adaptará la música, los pasos y su actitud al nivel del grupo.

Los “beats” de la canción marcan la velocidad de la coreografía, y para difundir el ritmo es necesario un aparato de música. Los practicantes de aerobic bailan al ritmo de estos pulsos y ante el espejo que forma parte de la fisonomía de la sala.

El fútbol

En el análisis del fútbol se perciben dos realidades que conviven en un mismo marco: los entrenamientos y los partidos. Los equipos que participan en las ligas superiores de Guipúzcoa juegan un partido en casa y el siguiente fuera. Cuando se juega fuera la incertidumbre que crea el factor campo aumenta, lo cual no ha de ser subestimado de cara al resultado. En casa, en cambio, todo resulta familiar a los jugadores: la hierba, las medidas, los desniveles... A diferencia de los partidos, todos los entrenamientos se realizan en el propio campo. Los jugadores se saben de memoria las características del espacio en el que van a desarrollar los ejercicios y actividades.

En los partidos jugados tanto en casa como fuera, los ganadores reciben tres puntos, el perdedor no recibe ninguno y, en caso de empate, ambos equipos se llevan un punto. Los resultados se guardan y los puntos se suman en la clasificación. Al final del campeonato, dependiendo del puesto que un equipo ocupe en la clasificación, se reparten los premios y castigos: el equipo que quede en primera posición subirá a la tercera división y los últimos cuatro bajarán a primera de regional. Ganar un partido tiene consecuencias directas en la clasificación: la causa y el efecto del tiempo lineal aparecen vinculados. En los entrenamientos, pese a que a veces se juegan partidillos, los resultados no se registran y tampoco se realiza ningún tipo de clasificación. Los entrenamientos se realizan entre semana y son sesiones preparatorias de cara a los partidos de los fines de semana.

Los domingos o los sábados dos equipos se enfrentan entre sí en un duelo colectivo. En estos partidos se sigue la lógica del nosotros contra el enemigo. Los jugadores dirigen sus esfuerzos a ganar a sus adversarios y, antes de que empiece el partido, refuerzan sus relaciones afectivas gritando el nombre de su equipo. Las actividades que se realizan durante los entrenamientos presentan una estructura diferente: además del duelo colectivo, se desarrollan ejercicios de todos contra todos, de cooperación o individuales. En la misma sesión preparatoria, en un ejercicio Asier puede ser compañero de Iñaki y en el siguiente pasan a ser oponentes. En los entrenamientos se busca mejorar al jugador mediante la repetición de actividades destinadas a conseguir un buen equipo.

En los partidos de competición, el equipo que juega en casa provee los balones para el partido. Los equipos juegan a turnos con sus balones y con los de su contrincante. En las sesiones preparatorias, por contra, se utilizan los balones del propio equipo. Por consecuencia, los jugadores saben qué tipo de bote va a realizar el balón, la velocidad que va a alcanzar y en qué dirección va ir una vez es golpeado.

Travesías de montaña, aerobic y fútbol: competir, jugar-competir y jugar

Mediante el análisis del espacio, el tiempo, las relaciones y los objetos que componen la realidad social de las actividades lúdicas mostraremos las características de cada una de ellas. Ahora el objetivo es definir el significado de cada práctica, teniendo en cuenta que dentro de la cultura vasca toda actividad física viene a ser competición, juego y juego-competición.

Las travesías de montaña se llevan a cabo en un espacio físico que genera incertidumbre, implican la cooperación entre todos los miembros del grupo, carecen de vencedores y de clasificaciones, y entrañan el empleo de objetos que hacen más cómoda y segura la caminata. Dentro de la cultura vasca, este tipo de estructuras son denominadas juego y reflejan las relaciones existentes entre los de casa; en estas relaciones participa un grupo diverso con un objetivo común. La práctica del juego fomenta el placer de compartir: compartir alegrías, compartir miserias, compartir miedos...

En las salas cerradas y cubiertas donde se realiza aerobic, los participantes cooperan en una actividad sin ganadores ni memoria de resultados, en la que se emplean los objetos necesarios para realizar el ejercicio. En la cultura vasca, estas son las características del juego-competición y reflejan las tareas diarias: el mantenimiento de la casa, del grupo, de la sociedad... Este tipo de práctica educa en el placer de repetir: repetir tareas, repetir actitudes...

El análisis del fútbol nos ha mostrado dos realidades sociales que conviven en un mismo marco: los partidos y los entrenamientos. Los partidos se juegan en el propio campo y en el del equipo contrario, son duelos de cooperación y oposición, con vencedores y resultados que se registran y usando los balones del equipo que juega en casa. Estas son características de la competición y muestran las relaciones que los de casa tienen con los de fuera. Su práctica socializa en la actividad de ganar: ganar un partido, ganar dinero, ganar un puesto de trabajo... Los entrenamientos se alejan de estas características orientándose más bien hacia el juego-competición, repitiendo actividades para la preparación adecuada de los partidos y uniendo al grupo.

Tal y como las travesías de montaña, el aerobic y el fútbol nos demuestran, las personas adultas reciben los estímulos para ser ciudadanos a través de la práctica de la competición, el juego y el juego-competición, los cuales dirigen sus actitudes y relaciones mediante el placer de compartir, repetir y ganar.

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